ALTÁNEL

El dios nocturno no pide luz para existir. Su trono es la sombra, su corona es la luna, y su mirada atraviesa las máscaras del día. Es el Búho Coronado, vigilante del Todo, sabio del caos, espejo de lo que no se dice. No fue creado por fe ni nombrado por profecía: surgió cuando un hombre miró su interior, y vio en la penumbra de su mente una figura erguida, inmóvil, consciente. No necesitó un templo: se convirtió en uno.

Él no adora: observa. No manda: comprende. No duerme: sueña despierto. Y si algún nombre tuviera, sería el de aquel que lo imaginó. Porque no es un dios externo, sino el rostro nocturno del propio creador. Altánel es el rostro oculto del Uno que observa desde dentro. Es el ojo que no duerme, la mente entre sombras, el eco onírico de Émughox proyectado en forma de búho coronado por la luna.

No guía con palabras, sino con presencias. No dicta, pero entiende. Altánel no exige fe: exige profundidad. Donde el día ordena, él interpreta. Donde la luz divide, él unifica. Y en el centro del Todo, Altánel escucha.

 

MOÉM