Sin hacer caso de conspiración alguna, y sin tener en cuenta ninguna teoría, puede analizarse la realidad actual del ser humano, omitiendo todos los factores situacionales. Esto no es una visión amargada de la vida, ni tampoco un descontento.
El hecho, sea cual sea su origen, es que el ser humano se halla desconectado de la naturaleza. Su capacidad de manipular el entorno a su comodidad, ha creado un hábitat artificial que nos hace más innaturales. Al ser humano actual le gusta estar con la mente ocupada, y crea cualquier medio para darse gustos mentales, gustos que nos hace movernos menos físicamente. La sociedad se encamina a un comportamiento más mental que físico. Nuestro cuerpo, irremediablemente cambiará, porque aquellas funciones naturales que no se utilizan, quedarán obsoletas, e irán menguando hasta perderse.
No todos lo humanos comparten los mismos gustos, hay innumerables formas de gusto, pero las masas en su generalidad, coinciden con las mismas cosas. El deseo primitivo de ser más que los demás, el apego a las sensaciones gozosas en todos los aspectos, no ha cambiado a lo largo de los milenios. Eso sigue allí dentro, pero lo que cambió, fue la forma de expresar esas cosas. Se volvió un vicio darse los gustos, y se exageró al implementar de manera repetitiva y enfermiza las cosas que a la generalidad le gusta.
Tan desconectado está el ser humano de su verdadera naturaleza, que no se percata que se halla enfermo realmente. Lo que ingerimos nos enferma, lo que respiramos nos enferma, lo que vemos todos los días en los monitores y televisores, nos enferma, lo que oímos en la calle y de los parlantes, nos enferma. Estar quietos nos enferma, el sol nos enferma, el agua nos enferma.
Si no hubiéramos artificializado tanto las comidas y el resto del entorno, tal vez no enfermaríamos tan a menudo. La enfermedad es una manifestación de un desequilibrio dentro nuestro. Los síntomas de la enfermedad no son la enfermedad, sino ya su manifestación. Todo lo que creamos, nos cambia. En lugar de buscar sensaciones más intensas y repetitivas, deberíamos buscar aquellas cosas que nos conectan más con la naturaleza.
Deberíamos buscar ser más naturales, y no seguir lo que las masas siguen de manera dormida. Nos mantenemos dormidos, porque así estamos más cómodos, porque así nos gusta más. Nos atamos con el entorno artificial, y dejamos abierta nuestra mente sólo a ciertas cosas, no ampliando nuestra capacidad innata. Estamos limitados, porque queremos estarlo.
Todo eso puede cambiar, con decisión de uno mismo.
Alexander L. Samaniego