Una vez que superé la infancia, el día de mi cumpleaños dejó de importarme. Lo consideré un día más, un día cualquiera, que a nadie debería realmente importarle. Pero conociendo más los mecanismos del universo, ese pensamiento cambió cuando empecé a verlo desde otra perspectiva…
Uno nace cuando la Tierra está es un lugar específico de la órbita del sistema solar, y, por ende, cuando el planeta completa toda una vuelta y se posiciona en el mismo lugar astronómico a causa de su movimiento de traslación, se completa realmente un ciclo. Ese ciclo es el mismo en cada vuelta, pues estamos a la misma distancia del sol y en el mismo ángulo, haciendo que ese día sea más que especial para nosotros. Por esta razón empecé a reconsiderar como importante ese evento astronómico.
En mi caso, el día 22 de julio, cae aproximadamente a los 18º contando a partir del afelio; recordar que, mirando desde el norte, la traslación terrestre transcurre en sentido antihorario. El afelio, por su lado, es el punto orbital en que un planeta está más alejado de su sol, que en la Tierra coincide con el 4 de julio. Ese día del año es donde debe empezarse un año en grados, siendo ese 4 de julio 0º y al mismo tiempo 360º de toda la órbita. El punto de mayor madurez orbital sería el 3 de enero, en donde coincide el perihelio, o punto más cercano del planeta al sol.
Así que, cuando sea tu cumpleaños, recuerda que no sólo es un día más o un día cualquiera, pues en verdad estás completando un ciclo astronómico en torno al astro en que naciste, volviendo a estar exactamente en el mismo ángulo orbital. Por tanto, en tu día, ¡feliz ciclo astronómico!
Alexander L. Samaniego
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